Wendy -siguió él con una voz a la que ninguna mujer ha podido todavía resistirse-, Wendy, una chica vale más que veinte chicos.
Wendy era una mujer por los cuatro costados, aunque no fueran costados muy grandes y atisbó fuera de las mantas.
-¿De verdad crees eso, Peter?
-Sí, de verdad.
-Pues me parece que es encantador por tu parte -afirmó ella.
Y se sentó con él en el borde de la cama. También le dijo que le daría un beso si él quería, pero Peter no sabía a qué se refería y alargó la mano expectante esperando un objeto.
-¿Pero no sabes lo que es un beso? -preguntó ella, horrorizada.
-Lo sabré cuando me lo des -replicó él muy borde.
Para no herir sus sentimientos ella le dio un dedal.
-Y ahora -dijo él-, ¿te doy un beso yo?
Y ella replicó con cierto remilgo: -Si lo deseas.
Perdió bastante dignidad al inclinar la cara hacia él, pero él se limitó a ponerle la caperuza de una bellota en la mano, de modo que ella movió la cara hasta su posición anterior y dijo amablemente que se colgaría el beso de la cadena que llevaba al cuello.
-¿Y dónde vives más ahora?
-Con los niños perdidos.
-¿Quiénes son ésos?
-Son los niños que se caen de sus cochecitos cuando la niñera no está mirando. Si al cabo de siete días nadie los reclama se los envía al País de Nunca Jamás para sufragar gastos. Yo soy su capitán.
-¡Qué divertido debe de ser!
-Sí -dijo el astuto Peter-, pero nos sentimos bastante solos. Es que no tenemos a ninguna niña.
-¿Es que no hay niñas?
-Oh, no, ya sabes, las niñas son demasiado listas para caerse de sus cochecitos.
Esto halagó a Wendy enormemente.
-Ya sé que querías ser amable así que me puedes dar un beso.
Se había olvidado momentáneamente de que él no sabía lo que eran los besos y lo confundio con el dedal que ella le habia dado.
-Ya me parecía que querrías que te lo devolviera -dijo él con cierta amargura e hizo ademán de devolverle el dedal.
-Ay, vaya -dijo la amable Wendy-, no quiero decir un beso, me refiero a un dedal.
-¿Qué es eso?
-Es como esto. Le dio un beso.
-¡Qué curioso! -dijo Peter con curiosidad-. ¿Te puedo dar un dedal yo ahora?
-Si lo deseas -dijo Wendy, esta vez sin inclinar la cabeza. Peter le dio un dedal y casi inmediatamente ella soltó un chillido.
-¿Qué pasa, Wendy?
-Es como si alguien me hubiera tirado del pelo.
-Debe de haber sido Campanilla. Nunca la había visto tan antipática.
Y, efectivamente, Campanilla estaba revoloteando por ahí otra vez, empleando un lenguaje ofensivo.
-Wendy, dice que te lo volverá a hacer cada vez que yo te dé un dedal.
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¿ya sabeis a que pelicula me refiero no? Pues ala, esta es mi primera historia la cual la he revivido estos dias!! y es una historia que me gusta mucho! :D Y hoy caminando por la calle he visto un cartel y me ha gustado mucho la frase asi que aqui os lo dejo y reflexionais sobre ella:
EL QUE AMA NO DUDA DE NADA O DUDA DE TODO!
Y tu que..¿dudas?...o...¿no dudas? xD
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